Seguramente todos conocemos Ubuntu como el sistema operativo de software libre y código abierto distribuido por Linux. Sin embargo, ¿Qué tal si supiéramos que es una filosofía de vida africana?
Ubuntu es una actitud mental muy predominante en los habitantes nativos del extremo sur de África. Tiene su origen en el dicho popular “umuntu, nigumuntu, nagamuntu“, que en zulú significa “una persona es una persona a causa de los demás.” Una persona con Ubuntu se caracteriza por tener un gran desarrollo de sus habilidades blandas, es abierta, servicial, respalda a sus compañeros, nunca se siente amenazado por los integrantes de su equipo cuando otros son más capaces o buenos en algo. Este tipo de personas, entienden que el interés colectivo prima sobre el particular, que cada uno de los integrantes de un equipo son parte igual de fundamental dentro de su funcionamiento y que el bienestar de todos decrece cuando alguna de las piezas falla o se agrede.
Pero ¿Qué tiene que ver esto con la gestión dentro de las organizaciones? La respuesta en principio puede parecer evidente, pero no lo es tanto. Si bien es cierto que la gestión de los recursos humanos se traduce en la productividad y el clima laboral favorable, también lo es que falta formación en los directivos para alcanzar el mayor beneficio sin perjudicar la calidad de vida de quienes trabajan en nuestras empresas.
El primer desafío al que se enfrentan todos los gerentes, directivos y emprendedores al gestionar equipos, es el factor cultural. Los constructos que tienen las personas y su sistema de creencias hacen que pensar de manera colectiva sea complejo. Nos han vendido la idea que primero somos nosotros y segundo somos nosotros. Este problema se evidencia incluso dentro de las aulas en las instituciones educativas cuando se arman trabajos en grupo y las personas prefieren realizar sus actividades solas o se limitan a realizar su parte porque moralmente es su responsabilidad cumplir con ella, “confiando” en que los demás integrantes están en la obligación de hacer lo mismo. Acá no se tiene nunca en cuenta las condiciones en las que se elabora el trabajo y juzgar se convierte en la mejor herramienta para no apoyar a los demás.
Iván Pávlov, uno de los estudiosos más representativos del condicionamiento clásico sostenía que «Vivimos bajo el dominio del principio cruel de que el Estado es todo y la persona es nada. Naturalmente eso transforma a los ciudadanos en una masa temblorosa y servil» Esto es un claro ejemplo de lo que sucede cuando quienes tienen poder, no creen en las personas que están a su cargo. Esta creencia finalmente también es consecuencia de una formación cultural lejos del Ubuntu.
Para pensar en implementar una filosofía de gestión completamente disruptiva y traída de lugares impensados, es importante derribar los mitos que tenemos y comenzar a creer en las personas que trabajan con nosotros. Para 1968, Rosenthal y Jacobsen demostraron que las expectativas de un profesor influyen en el rendimiento de los estudiantes. En otras palabras, “Cuando esperamos determinadas conductas de otro, es probable que actuemos de manera que sea más probable que ocurra el comportamiento esperado”. Lo mismo sucede en nuestras organizaciones.
Cuando creemos firmemente en las capacidades de nuestro equipo de trabajo, los resultados que se obtienen pueden llegar a ser completamente inimaginables. Se debe perder el miedo a fallar, no se llega lejos evitando decepcionar a los demás. Simplemente se acaba viviendo de forma mediocre. Como directivos estamos llamados a asumir la responsabilidad de las decisiones de nuestro equipo y promover la unión, porque todos somos uno solo.